Evo Morales, la integración y el futuro
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Fernando Reyes Matta
El Presidente Evo Morales está por iniciar un nuevo periodo de gobierno y lo hace con un gran respaldo interno: ha sembrado para ello y, en muchos aspectos, ha cambiado a Bolivia para siempre. Pero si la integración interna es un fruto de su política, su acción externa muestra mucha confusión y miopía cuando habla de la integración latinoamericana y los desafíos contemporáneos.
Tal vez esa dicotomía se explica porque el mandatario boliviano, como es lógico por su origen, entiende que si habla del pasado ello es algo que está delante de él. En la cosmovisión aymara la palabra que indica pasado es nayra, que literalmente significa ojo, a la vista o al frente. Para futuro la palabra es qhipa, que quiere decir detrás o a la espalda. Este parece un desafío de fondo para los países en el entorno de Bolivia: entender cómo piensa el Presidente Morales y su forma de ver el mundo.
Porque hay frases en su quehacer político internacional de los meses recientes que hablan de esa forma de colocar el pasado al frente cuando califica diversos proyectos de integración en América Latina. Antes de ser reelegido dijo: "Algunos presidentes de Sudamérica se juntan para seguir sirviendo al imperio norteamericano. Pero, ¿qué es la Alianza del Pacífico? Es el consenso de Washington de aquellos tiempos, es el libre mercado, es el ALCA". Horas después de obtener su aplastante victoria, lanzó su bomba retórica: "Los presidentes de la Alianza del Pacífico son lacayos del imperialismo. Algunos presidentes se dicen socialistas, pero son capitalistas".
Por cierto, en Perú, Colombia, México y Chile hubo rechazo a tales expresiones. Y la Cancillería boliviana, con sus embajadores en las diversas capitales, debió moverse para disminuir los costos. Tras el reclamo de México, debió emitir un comunicado refrendando la voluntad "de diálogo, amistad y cooperación" entre los dos países. Pero pocos días después el presidente boliviano insistió en sus ataques y esta vez con fuertes resonancias también en Perú. "Hemos llamado al embajador boliviano a pedirle explicaciones y ha venido con un mensaje del canciller lamentando las declaraciones y diciendo que han sido tomadas en un contexto inadecuado", informó al respecto el canciller peruano, Gonzalo Gutiérrez.
Aquí el ministro Heraldo Muñoz, junto con rechazar aquellos términos, señaló que "Chile ha decidido participar soberanamente en la Alianza del Pacífico, sin perjuicio de buscar también una convergencia en la diversidad con otros esquemas de integración, como el Mercosur ".
Y tal vez esa sea la pregunta mayor: ¿entiende el Presidente Morales que en el mundo de hoy la convergencia en la diversidad es esencial en las estructuras interculturales y políticas del siglo XXI?
El concepto de exclusión, tan fuerte en su discurso, no tiene reflejo en los procesos que se van dando en América Latina. Mientras él hacía su cuestionamiento a la Alianza del Pacífico, ésta avanzaba en un acercamiento con Mercosur, especialmente por iniciativa de Chile. Pocos días después de aquellas duras declaraciones, los cancilleres de la Alianza del Pacífico y del Mercosur se daban cita en Cartagena, Colombia. Los ministros de México y Argentina dieron sus informes y luego vino un diálogo amplio y realista, con sus colegas de Chile, Perú, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Por Bolivia concurrió el viceministro de comercio.
¿Qué dirá cuando llegue la hora de la Cumbre de las Américas en Panamá, con una nueva atmósfera tras la reanudación diplomática entre Cuba y Estados Unidos? ¿Cómo explica que el diálogo China-CELAC se da tras una década donde México, Chile y Perú han sido, precisamente, sedes del Foro APEC y muestran una visión de futuro sobre el papel del Asia Pacífico en el siglo XXI?
El Presidente Morales dice que él desea colaboración y solidaridad entre los pueblos, promoviendo nuestros mercados regionales y un desarrollo propio. Atendible, pero ello requiere asumir el valor de la diversidad y saber que para otros el futuro está adelante.